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La antigua asesina que se reencarnó como una chica noble (novela)

V1SS3: Mi nombre es estudiante A


**Lado: Estudiante A**

*Hermoso cabello negro lustroso y ojos azules como el cielo azul*: esas dos características definían a Serena Violet de la Casa Violet.

No importaba si eran chicos o chicas, su belleza cautivaba a todos. Serena solo necesitaba caminar para atraer todas las miradas.

Ella debía estar consciente de las miradas que atraía, pero no mostraba el más mínimo interés, como si estuviera acostumbrada. Esa indiferencia la hacía aún más atractiva a mis ojos.

*¿Cómo podría llegar a ser tan increíble como ella?*

—Hola, Serena.
—Buenos días, Su Alteza el Príncipe Evan.

Al mismo tiempo, estaba completamente convencido de que las personas especiales lo eran desde el momento en que nacían, y que aquellos que podían acercarse a ellas también lo eran.

En otras palabras, alguien como yo, mediocre, ordinario y perdido entre la multitud, solo podía aspirar a esto: observar desde la distancia.

Además, mi familia era apenas una baronía; desde el principio, todo entre nosotros era completamente diferente: nuestro estatus, nuestro entorno, nuestro círculo… *todo*.

†††

*¡Thump!*

Un fuerte impacto me golpeó la espalda, dejándome sin aliento por el dolor. Sin importar mi sufrimiento, un puñetazo me alcanzó el abdomen, seguido de otro en el rostro, derribándome al suelo. Mientras me retorcía, indefenso, cuatro sombras se cernían sobre mí, riendo a carcajadas.

—Vamos, no me digas que esto es suficiente para noquearlo, ¿eh? Apenas estamos empezando.
—Este saco de boxeo no está tan mal.

Los cuatro chicos que me atacaban eran conocidos por su mal comportamiento, a pesar de provenir de casas condales. Mi mala suerte comenzó al enterarme de que compartiría clase con ellos.

La primera víctima que llamó su atención fue un amigo de la infancia. Perteneciente a una casa vizcondal al borde de perder su rango —peor incluso que la mayoría de las baronías, como la mía—, su familia apenas sobrevivía gracias a préstamos de parientes.

Por desgracia, eso lo convertía en un blanco fácil para esos chicos, del tipo que adula a los superiores y hostiga a los inferiores.

—Por favor, ya basta—, había suplicado mi amigo, sollozando mientras lo pateaban una y otra vez en el estómago. Al principio, hice la vista gorda, pero cada vez me costaba más ignorarlo, hasta que ya no pude soportarlo.

Sin darme cuenta, intenté detenerlos.

Por supuesto, era obvio que una baronía estaba por debajo de un condado.

En otras palabras, yo no era nadie especial; solo un tipo común que parecía un idiota por hacer un acto de caballerosidad inútil.

—Oye, tú, vamos, tú también hazlo.
—P-pero, yo…
—¿Qué? ¿Acaso vas a oponerte a nosotros también? ¿Quién te crees, eh, imbécil?
—¿Necesitas otra lección? ¿Que te recuerde quién manda aquí?
—¡Eek!
—No suena mal. Oye, ¿quieres que empecemos de nuevo contigo?
—¡N-no, no quiero eso!
—Entonces, hazlo. Patealo.
—…Está bien.

Mi amigo de la infancia se vio obligado a obedecer, incluso recibiendo la orden de unirse al acoso.

Y ahora, entre lágrimas y disculpas, vació un cubo de agua apestosa sobre mi cabeza.

Los matones de casas condales, aunque fueron quienes dieron la orden, se burlaron y rieron como si todo fuera un espectáculo.

—¡Uy, en serio! ¡Qué asco!

Mientras tanto, mi amigo lloraba, repitiendo una y otra vez: *—Lo siento, lo siento mucho…* Pero así era la vida cotidiana de gente ordinaria como nosotros: solo podíamos ser empujados y manipulados por quienes tenían autoridad, hasta que se aburrieran y nos descartaran.

—Están estorbando.
—¡¿Qué dijiste?!
—¿Eh…?

Por alguna razón, Serena Violet de la Casa Violet estaba aquí, en la parte trasera del edificio escolar, y al parecer los matones le bloqueaban el paso.

—T-tú eres… Serena Violet…

Los chicos que me acosaban provenían de casas condales, y la brecha entre ellos y alguien de una casa ducal era aún mayor, dejándolos paralizados por su aparición. Sin embargo, uno de ellos recuperó rápidamente el habla y comenzó a gritarles a sus amigos:

—¡La Casa Violet solo es ducal de nombre! No tiene influencia real entre las grandes casas, ¿de qué tienen miedo?

Debían haber visto a Serena conversando regularmente con Su Alteza el Príncipe Evan, pero al parecer lo habían olvidado convenientemente.

—Bueno, eh… no vas a decirle a nadie sobre esto, ¿verdad? Solo estamos divirtiéndonos un poco. Nos meteríamos en problemas si alguien malinterpretara la situación.
—Sí, sí. A diferencia de ustedes, las chicas, nosotros solo somos segundones de nuestras familias. No heredaremos nada. Sería un desastre si alguien malinterpretara esto y lo reportara.
—No arruinarías nuestro futuro así, ¿verdad? Alguien de una casa ducal no haría eso.
—O, si quieres, también puedes unirte, jeje…

El chico que hizo el comentario grotesco fue repentinamente lanzado hacia atrás; el puño de Serena lo había golpeado directamente en la cara.

—Dije que están estorbando. ¿Acaso tienen problemas de audición?
—¡¿Qué diablos?! ¿Cómo te atreves, creída, solo porque eres una chica!

Al ver a uno de los suyos atacado, otro chico perdió los estribos, olvidando las diferencias de rango y abalanzándose sobre ella.

Una dama noble, ajena a la violencia, debería haberse paralizado por el miedo, pero Serena permaneció serena, esquivando con agilidad el puño. El chico, desequilibrado por su propio impulso, tropezó, solo para que Serena lo agarrara del cuello y lo tirara hacia atrás.

—¡Ack!

La fuerza del tirón contra el golpe lo hizo caer de espaldas; un *¡CRACK!* desagradable sugirió que se había fracturado el coxis.

Y, antes de que me diera cuenta, Serena había derrotado a los demás matones con facilidad. *¿Cómo era posible que una joven de una casa ducal peleara así?*

—Hasta los cachorros saben cuándo están en desventaja y mueven la cola ante quienes no pueden vencer. No saber eso los hace menos que perros.
—¡E-eh, disculpe…!

Cuando Serena se dio la vuelta para irse, sin pensarlo, la llamé, aunque interactuar con ella estaba muy por encima de mi posición.

Ella respondió como si acabara de notar mi existencia, lo cual era lógico: alguien tan común como yo no podía siquiera registrar en su mente.

—E-em, g-gracias por ayudarme. Me salvaste…
—Solo estaba quitando obstáculos.

En otras palabras, su intención no era ayudarme. En las historias, los personajes solían decir cosas así para ocultar su vergüenza, pero cuando miré sus ojos, supe que lo decía en serio: *no había nada reflejado en ellos*. Eso me dejó, su admirador, un poco impactado.

—O-oh… Bueno, igual, me salvaste.

Era de esperar; nadie se molestaría en ayudarme, mucho menos alguien tan especial como Serena Violet.

—Eres muy fuerte. Ver a una noble de una casa ducal pelear así es impactante… La gente especial realmente es diferente…
—¿Especial…?

Entonces, por primera vez, me miró directamente.

Su cabello, negro como laca brillante, relucía al moverse, y sus ojos azules como el cielo me observaban fijamente. El simple hecho de estar frente a ella me ponía nervioso, pero ahora *yo* estaba reflejado en ese azul. El pensamiento hizo que mi corazón se acelerara.

—¿Te consideras ordinario?
—Bueno, sí, claro. Por donde lo mires, soy solo un tipo común. Gente como yo somos como personajes secundarios en una obra. Alguien como tú, de una casa ducal, no entendería cómo se siente eso… Oh, espera, ¿qué estoy diciendo? Lo siento, no debería hablar así.
—Ya veo. Según tu definición, nunca podrás ser especial.
—…

Lo sabía, pero no era necesario que me lo dijera tan directamente… Era la primera vez que hablábamos.

—Y es cierto que yo soy especial en este mundo.

*¿Eh? "En este mundo"…? ¿Qué quería decir con eso?*

—Nací no solo en una familia noble, sino en una de gran privilegio incluso entre la nobleza. Por eso, recibí una mejor educación que mis compañeros, sin mencionar la riqueza que poseo y el hecho de nunca haber pasado hambre.

Hablaba con una franqueza inusual; la mayoría de los nobles, especialmente los de alto rango, usaban eufemismos.

—Sin embargo, al final, solo soy una persona más.
—…¿Eh?
—Ser "especial" o "ordinario" son solo etiquetas arbitrarias que la gente asigna. Resignarte a llamarte "ordinario" es como rendirte ante la posibilidad de mejorar, lo que significa que *siempre* serás ordinario, *toda tu vida*.
—Q-qué…
—Además, no importa cuán privilegiado sea el entorno en el que naces, si no sabes aprovecharlo, será un desperdicio.

Quería decir que el nacimiento y la crianza no determinaban si alguien era ordinario o especial… *¿Significaba eso que yo también podía volverme alguien como ella?*

—Ahora mismo, eres débil. Tan débil que ni siquiera puedes enfrentarte a oponentes como estos.

Bueno, sería diferente para alguien entrenado, pero para alguien como yo, que llevaba una vida común, ese entrenamiento era impensable. No estaba mal pensar que Serena era increíble por derrotarlos con calma, pero *¿acaso ella no entendía lo extraordinario que era eso?* Tal vez tenía sus propias ideas equivocadas… Inesperado.

—Y si no puedes ganar con fuerza bruta, ¿por qué peleas con fuerza bruta? Te golpearon porque lo hiciste.

Eso no era cierto; yo ni siquiera había intentado resistirme, porque sabía que todo terminaría antes si solo lo aguantaba. *¿Por qué asumía que había intentado pelear?* No esperaba que malinterpretara la situación así…

*¿Acaso las damas de casas ducales siempre asumían que la violencia era la respuesta?*

Había imaginado a Serena Violet como gentil y digna, por su apariencia y estatus. Solo al hablar con ella descubrí que era diferente, pero…

—Usa tu cabeza; no eres un animal, así que piensa. Si no puedes hacer algo solo, involucra a otros. Pero la gente no ayuda sin beneficio, así que debes mostrarles uno o, en su defecto, obligarlos a cooperar. Puede que aún te golpeen, pero preparar eso es simple.

*Pero…*

—En otras palabras, los débiles tienen sus propias formas de luchar y ganar. No pueden ser exigentes con sus opciones, pero tampoco es cobardía elegir la mejor opción. Al final, solo los perdedores llaman "cobardes" a las tácticas con las que pierden.

Al girarse para irse, noté una leve sonrisa en los labios de Serena.

*Eso fue tan genial…*

—Creo que eres especial… Al menos para mí…

Mi amigo de la infancia, que había observado nuestra conversación desde lejos, se acercó llorando y disculpándose.

—Cuando te interpusiste por mí, me sentí tan feliz… Pensé que eras un héroe, como en las historias… Pero, lo siento. Tenía miedo de que me acosaran de nuevo, y seguí sus órdenes… Hice cosas horribles contigo… Lo siento, lo siento por ser tan débil…

*"Resignarte a llamarte 'ordinario' es como rendirte ante la posibilidad de mejorar…"*

Siempre me había visto como alguien común, destinado a ser un personaje secundario. Solo ahora entendí que había gente a la que podía ayudar… *gente que me veía como especial*.

Como ella dijo: solo me estaba poniendo una etiqueta arbitraria…

†††

Después de eso, los rumores sobre Serena Violet comenzaron a circular en la academia.

—Dicen que salvó a estudiantes de bajo rango de ser acosados.
—¿Sabías que no solo es hermosa, sino también amable y fuerte? Es increíble…
—Ojalá pudiera llamarla "hermana"…

Dentro de la academia, un club de fans de cierta dama noble se estaba formando y creciendo rápidamente. La chica en cuestión, Serena Violet, parecía ajena a esto.

Por cierto, mi amigo de la infancia y yo éramos miembros de ese club.

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